1. No sabía la letra.
2. Lamentablemente no vi la obra antes (igual en la realidad Rubén nunca hizo el montaje de este texto) a lo que seguían reproche de “¿no la viste?” y miradas de “qué mal” o “deberías haberla visto”.
3. Tampoco la leí nunca (la debería haber leído hace tiempo para Historia del Teatro Universal IV, pero nunca lo hice) así que ni siquiera la podía improvisar ya que no tenía idea de las situaciones.
4. Sabía que la obra se basaba en un mito griego (lo cual no es cierto, pero en el sueño era así) pero no sabía que había sido cambiado y que no con fines dramáticos, y además, no sabía qué parte del mito abarcaba, ya que los mitos son larguísimos.
Así que no dejaba de mirar la hora y contarle lo tremendo de mi situación a la gente, que me miraba con indiferencia, o traban de ayudarme vanamente, confundiéndose al explicarme de qué se trataba la obra, o haciéndome leer partes que no correspondían.
Así que Rubén venía y me daba el texto (que era un librito muy finito) y además del personaje principal, tenía que hacer de soldado al principio. Yo le decía si podía no hacer eso, pero el me miraba con cara de “y... sería mejor que hagas todo…”.
Así que finalmente era la hora de empezar, y yo estaba ojeando el librito detrás de una tela negra colgada que nos separaba del público (porque al final era el teatro San Martín, pero la gente se sentaba en una escalerita de mármol de dos escalones –era como un lugar intermedio del san martín, no era la sala- yo pensaba “ah, claro, obra moderna en espacio no destinado a lo teatral específicamente”) al final era como un “work in progress” pero la única que no se sabía su parte era yo. Y así finalmente empiezo a leer el texto directamente, pero me trabo, me equivoco, me confundo, leo mal, porque no tengo los anteojos y no veo bien, mis compañeros me miran con vergüenza ajena, siento que la escena se cae, se cae, se cae, hasta que una mina del público se levanta y dice “Bueno, ¿la cortamos acá?” y todos se levantan y empiezan a charlar. Ni siquiera habíamos pasado de la primera escena, en la que yo tenía un monólogo larguísimo.
Qué papelón.Me sentí tan contenta, cuando me desperté, de que fuera un sueño…
(Yo a los diez años de edad, en el papel de "Reina Isabel" para el doce de octubre. Todas las nenas hacían de indias, menos yo... jajajaja. ¿No parezco una Menina? Otra que Velázquez...)
10 comentarios:
Qué carita de picarona que ya tenías en esa época.
Me acuerdo de una vez que iba caminando por la calle y estaba en bolas, estaba todo bien hasta que me di cuenta de que estaba en bolas, y no sabía si esconderme o pedir ropa o quedarme parado contra una pared, pero ufff era un sueño.
Yo una vez soñé que hacía un Beckett...
diego: jojo
si, a veces se me pone la cara pícara. :)
ary: jojojo.
Sabés? Nunca tuve ese tipo de sueños en los que uno anda desnudo y se siente avergonzado... una vez soñ´´e que cantaba desnuda ante un montón de gente, pero la pasaba bien. beso!
Juan: jojojo.
Ta bueno!
¿no?
kiss you
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uno de mis traumas de la infancia es que nunca fui dama antigua... siempre era la negrita que vendia pastelitos... que garrón!
Estabas hecha una reina!
marchante: qué injusticia!
Pensandolo bien, yo nunca hice de passtelera, che...
javier: jojo. Sí.
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